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¿Qué pasa con los niños conectados a dispositivos electrónicos?

Esto dicen en Silicon Valley

Los Mayores creadores de tecnología no permiten tener niños conectados a dispositivos electrónicos. Estas son sus razones.

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Image by Vidmir Raic from Pixabay

¿Cómo se genera la adicción en niños conectados?

Antiguos empleados de Google revelaron las estrategias de esa empresa y de otras como Facebook o Snapchat para crear adicción en sus usuarios:

Mantener un flujo de sugerencias permanentes; impulsar a los usuarios a bajar por las páginas para ver qué más actualizaciones hay y qué otras se están perdiendo, en cambio de abrir múltiples páginas que generaban clics; incorporar la reproducción automática de videos para que los usuarios los reproduzcan y permanezcan conectados; presionarlos amablemente para comentar, opinar, decir su ubicación, votar y aportar; ofrecerles estímulos para que participen a diario en juegos, actualizaciones o foros…

Las notificaciones generan adicción, confirma una investigación de Urban Airship: la gente se ve obligada a responder y a chequear lo nuevo.

Las historias de Instagram, por ejemplo, se proyectan en distintos puntos para forzar a la gente a verlas y no se detienen a menos que el usuario lo haga. El uso de filtros, máscaras u orejas de conejo, tan tonto como fácil, hace que el usuario gaste más tiempo probando opciones.

El contenido de páginas como Twitter puede cargarse infinitamente y, sin fuerza de voluntad, el usuario puede pasar horas revisando información. La reciprocidad social, las metas y apelar al juego (como el de la seducción, con Tinder) se unen a las anteriores estrategias.

Les falta fuerza de voluntad a los niños conectados

“Muy pocas personas tienen la fuerza de voluntad necesaria para escapar de ello. Mucho menos los niños, que no han aprendido aún las herramientas para defenderse.

Las empresas de tecnología saben que mientras más pronto se fidelicen, más fácil adquirirán un hábito permanente”, asegura la escritora infantil colombiana Liliana Arias.

Es el mismo principio de la cajita feliz de comida rápida que les ofrece las cadenas de comida rápida a los niños: cuanto más pronto aprendan a consumirla, más clientes ganarán.

La Silicon Valley Community Foundation les preguntó a 907 padres y 617 profesores del área qué opinión les generaba la tecnología en los niños y sus conclusiones fueron demoledoras: los menores, nativos digitales, descargan aplicaciones y les enseñan a usar los teléfonos a los adultos, que ahora se ven desarmados a la hora de controlarlos.

Marnix van Gingsberg, catedrático de desarrollo digital en Holanda, no le ve problema a ese proceso: “Hay que abrazar los cambios. El mundo se transformó y ellos lo están definiendo. Nada es ya como antes y en veinte años lo será aún menos: lo que venga es positivo porque estaremos más conectados y lo que vendrá es maravilloso”.

Volver al papel y lápiz en la época de niños conectados

Su optimismo no es el de todos. La preocupación real de los padres y maestros de Silicon Valley consiste en que sus hijos usan con fluidez una tableta, pero no entienden cómo emplear un lápiz.

La presión está obligando a que escuelas como Waldorf, donde el 75 % de los padres trabaja en tecnología, usen de nuevo lápices y tizas, al menos hasta el grado octavo.

“No estamos generando atención a largo plazo al ponerlos a mirar de frente un dispositivo”, dice el ingeniero de inteligencia artificial Taewoo Kim, quien confesó que les enseña a armar rompecabezas reales a sus sobrinos para ahuyentarlos del mundo virtual. Rohit, padre de Govin en el área de San Francisco, tuvo que acudir a terapistas de familia para controlar los ataques de ansiedad de su hijo.

“Esa es una consecuencia a corto plazo. A largo plazo se generan dificultades para tener atención de largo plazo y socializar”.

De ahí que el número de padres que trabajan en estas empresas eviten la interacción más básica de sus hijos con los dispositivos: desde televisores hasta celulares son ahora objetos prohibidos o al menos limitados.

Sí se puede controlar la obsesión

La ventaja, asegura el profesor británico de innovación Oliver Davies, “es que sus efectos no son permanentes porque cuando uno vuelve a conectarse con la realidad olvida esa obsesión”.

Sin embargo, advierte: “Se corre el riesgo de que toda nuestra vida esté expuesta ya en las redes. Todo es rastreable. Y eso no me parece deseable. Además, si no hay opciones para volver a la realidad, no hay cómo desconectarse”.

La noticia es que ya se toman medidas para salvaguardar a los jóvenes de la adicción a los celulares. Profesores de California le pidieron a Apple hacer productos más seguros para los jóvenes al hallar relación entre su uso y la depresión.

Igual le sucede a Facebook, que propuso cambios para priorizar los resultados de los amigos en sus algoritmos antes que los de las empresas, aunque eso pueda costarle una pérdida de 23.000 millones de dólares a la compañía en publicidad. Sean Parker, uno de los fundadores de Facebook, asegura que el mundo digital explota “la vulnerabilidad de la sicología humana”.

Él lo sabe. En quince años la humanidad cambió sus hábitos. Y la generación actual lo hará aún más si nada la detiene.

10 cifras de adicción en niños conectados

1) 56 % de los niños entre 8 y 12 años tiene celular.

2) 21 % de los niños menores de 8 años usa un teléfono inteligente.

3) 38 % de los niños menores de 2 años es distraído con un celular.

4) 53 % de los jóvenes ha estado con alguien que maneja y envía mensajes de texto al mismo tiempo.

5) 91 % usa los celulares para mirar internet.

6) 1 de cada 3 jóvenes confiesa sentirse más aceptado en línea que en la vida real.

7) 89 % usa redes sociales.

8) 87 % de ellos percibe matoneo contra alguien conocido en las redes.

9) 47 % mira contenido en línea no aprobado por sus padres.

10) 74 % considera indispensable internet para estudiar

 

Por Enrique Patiño. Revista Diners. Septiembre 7 de 2020.

 

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