El hilo conductor de la pedagogía Waldorf es la convicción de que el niño aprende y se desarrolla a través de dos factores. Por un lado, está la voluntad innata de aprender, propia de su esencia; por el otro, la estimulación del entorno humano, que recién le da forma a esa voluntad de aprender. Ningún ser humano aprende a caminar erguido, si no es incentivado a ello por personas que caminan erguidas; ningún ser humano aprende a hablar, si no percibió el uso del lenguaje en su entorno. En ese proceso la relación entre el ejemplo y la voluntad de aprender se va modificando de manera tal, que el ser humano en la edad infantil eleva su mirada hacia el mundo de los adultos y se deja incentivar, el niño en edad escolar primaria busca orientación en un ejemplo anímico, el adolescente forma sus impulsos a la acción sobre la basa de juicios de valor espirituales. Pero a todos les es común el impulso de convertirse, mediante la propia actividad, en aquello que están destinados a ser o – tal como lo formulara frecuentemente el idealismo alemán – de convertirse en lo que son.
Zimmermann, Heinz: Waldorf-Pädagogik weltweit, Ed.: Freunde der rziehungskunst, 2001.
Elaboró:
Manuel Herrera
Abril 20 de 2022